Después de practicar con
la preparación de las planchas, aplicación de barniz, etc, llega el momento de la ejecución de un dibujo
para someterlo al efecto del ácido, para lo cual hay que escoger un “motivo” y
¡ qué mejor que copiar a un gran artista!.
Para ello buscas una obra
que en principio no tenga demasiada dificultad y decides que sea un clásico al que admiras: Rembrandt.
Y ya tienes un modelo:
Con el mayor cuidado
tratas de reproducir todos y cada uno de los trazos del modelo y cuando
consideras que está terminado, lo introduces en el ácido, limpias la plancha del barniz, entintas
y lo estampas.
Cuando lo observas, contemplas el siguiente resultado:
¡
Que ha pasado ¡ . Pues que evidentemente tú no eres Rembrandt y
que aunque los trazos pueden ser
parecidos, no tienen la intensidad, frescura y definición del original y en
consecuencia se ha perdido su Arte.
La gran decepción significa el final
de la intención de grabar ?. Aunque en
un principio piensas que sí, al final decides continuar, con la esperanza de
mejorar con tiempo y paciencia.
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